En el mundo empresarial, los contratos comerciales son herramientas que brindan seguridad jurídica a los negocios, definen las obligaciones y protegen los intereses de las partes involucradas. Sin embargo, es común que estos se firmen sin el conocimiento completo de su contenido o sin verificar que incluyan ciertas cláusulas que pueden marcar la diferencia entre un buen negocio o un futuro problema legal.
Dentro de la práctica legal, se evidencia cómo la falta de disposiciones básicas puede dejar a los contratantes expuestos a grandes riesgos jurídicos.
Por esta razón, en este artículo, se presentan de forma clara y práctica las cláusulas esenciales que no deberían faltar en un contrato comercial.
No obstante, para empezar es importante recordar qué se entiende por contrato y cuáles son los más comunes en el ámbito corporativo o de negocios.
Como señala Ospina Fernández, los contratos:
“son los acuerdos de voluntades de dos o más agentes encaminados a crear, modificar o extinguir relaciones jurídicas”
(Teoría General del Contrato y de los demás actos o negocios jurídicos, 1994).
Estos acuerdos se celebran con un fin económico y están regulados, principalmente, por el Código de Comercio colombiano, aunque también existen contratos atípicos que, aunque no están expresamente regulados, tienen validez y existencia jurídica.
Entre los contratos más comunes se encuentran:
- El contrato de prestación de servicios, muy utilizado cuando una empresa o contratante requiere profesionales o asesores externos para el desarrollo de tareas o servicios específicos.
- El contrato de arrendamiento de local comercial u oficina, indispensable para quienes desean poner en marcha un negocio en un espacio físico, ya sea para la venta, suministro o desarrollo de productos o servicios.
- El contrato de colaboración empresarial, mediante el cual las partes realizan aportes para llevar a cabo un negocio conjunto, recibiendo a cambio un porcentaje de las utilidades, sin necesidad de ser parte visible del mismo.

Aunque cada tipo de contrato tiene sus propios objetivos y particularidades, todos coinciden en la importancia de incluir ciertas disposiciones básicas que resultan claves a la hora de su celebración. En ese orden de ideas se destacan, a continuación, cinco cláusulas fundamentales que deben ser incluidas en cualquier contrato comercial:
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Objeto del contrato:
Es fundamental definir con precisión qué se está contratando, su alcance y los bienes o servicios que se entregarán o desarrollarán. Una definición poco clara puede llevar a interpretaciones conflictivas acerca de si se ha cumplido o no lo acordado. Esto tiene también repercusión en las obligaciones que debe asumir cada parte.
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Plazos o duración:
Establece la vigencia del contrato y el momento en que las obligaciones deben cumplirse. Ser claro en este aspecto evita confusiones sobre cuándo comienza y termina la relación contractual.
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Precio y forma de pago:
Regula el aspecto económico, es decir, el monto a pagar, las fechas de pago, los métodos autorizados y los ajustes o incrementos. Esta cláusula es crucial para prevenir disputas, ya que asegura la transparencia en la parte financiera del contrato.
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Cláusula penal:
Establece una sanción económica en caso de incumplimiento total o parcial por alguna de las partes en relación con las obligaciones contratadas. Esta cláusula actúa como un mecanismo para asegurar el cumplimiento de las obligaciones pactadas y permite fijar de manera anticipada los perjuicios que podrían derivarse del incumplimiento.
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Mecanismos de solución de controversias:
Define cómo se resolverán los conflictos que puedan surgir en relación con el contrato, ya sea a través de:
- Mecanismos alternativos de solución de conflictos (MASC) como la conciliación o la transacción.
- El arbitraje.
- La jurisdicción ordinaria.
En resumen, un contrato comercial correctamente estructurado, es mucho más que un requisito legal: es una herramienta estratégica para proteger los intereses de las partes y garantizar relaciones duraderas.
Por ello, resulta fundamental conocer y negociar con precisión aspectos como el objeto del contrato, los plazos, el precio, la cláusula penal y los mecanismos de resolución de controversias.
Dedicar tiempo a la redacción y revisión de estas disposiciones no representa un gasto innecesario, sino una inversión estratégica en la estabilidad y la confianza mutua.
Una adecuada gestión contractual no solo minimiza riesgos, sino que fortalece la continuidad y sostenibilidad de los vínculos comerciales a largo plazo.
En Russell Bedford, te ofrecemos un acompañamiento legal integral para la verificación, estructuración y negociación de contratos comerciales, asegurando que cada documento incluya cláusulas claras sobre objeto, plazos, precios, cláusula penal y mecanismos de solución de controversias.
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