El proceso de auditoría tiene como propósito principal la emisión de una opinión profesional e independiente por parte de un auditor externo —o, en el caso de Colombia, por un revisor fiscal— sobre la información financiera de una entidad.
Esta opinión se presenta en un documento comúnmente conocido como “dictamen”, el cual aborda tres aspectos clave:
- La razonabilidad de los estados financieros.
- El cumplimiento legal y reglamentario.
- El estado del sistema de control interno.
Para emitir este informe, el auditor debe cumplir rigurosamente con cada una de las etapas establecidas por las Normas Internacionales de Auditoría (NIA), que incluyen:
- Planeación e identificación de riesgos.
- Ejecución de procedimientos.
- Evaluación de evidencia.
- Emisión de la opinión.
- Comunicación del informe a la administración.
Este artículo se enfoca en la etapa de planeación, dado que representa el primer paso para la emisión de un informe confiable. Una planificación adecuada permite al equipo auditor ejecutar procedimientos alineados con las características, necesidades y riesgos específicos de la entidad auditada.
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La fase de planeación está compuesta por una serie de pasos que proporcionan un marco estratégico para lograr un resultado acorde con la realidad de la organización. A continuación, se detallan estos pasos:
1. Comprender el negocio, el entorno y el control interno del cliente (NIA 315)
El auditor debe adquirir un conocimiento profundo de la entidad y su entorno, así como del sistema de control interno implementado. Esto incluye, entre otros aspectos:
- Naturaleza del negocio: estructura organizacional, sector, operaciones principales, fuentes de ingresos y proveedores clave.
- Factores económicos y regulatorios: entorno legal, condiciones del mercado y regulaciones aplicables.
- Estrategias y objetivos: metas empresariales y riesgos asociados.
- Indicadores financieros: herramientas utilizadas para medir el desempeño.
Respecto al control interno, la NIA 315 lo divide en cinco componentes (basados en el modelo COSO):
- Ambiente de control: cultura organizacional y valores éticos.
- Evaluación de riesgos: cómo la entidad identifica y gestiona riesgos.
- Actividades de control: políticas y procedimientos que previenen o detectan errores.
- Información y comunicación: flujos de información interna y externa.
- Supervisión de controles: monitoreo continuo del sistema de control interno.
2. Evaluación de riesgos de incorrección material, ya sea por error o fraude (NIA 315 y NIA 240)
Con base en el conocimiento obtenido en el paso anterior, el auditor debe identificar y valorar los riesgos de que los estados financieros contengan errores materiales, ya sea por fraude o por error involuntario.
Actividades clave en esta etapa:
- Identificar riesgos en niveles generales y específicos (cuentas o aseveraciones).
- Determinar si algún riesgo es significativo, lo que requerirá una respuesta específica.
- Diseñar procedimientos de auditoría alineados con los riesgos identificados.
Este análisis permite enfocar el trabajo en las áreas con mayor probabilidad de errores significativos, mejorando la eficacia de la auditoría.

3. Determinación de la materialidad (NIA 320)
La materialidad representa el umbral a partir del cual una incorrección puede influir en las decisiones económicas de los usuarios de los estados financieros. Establecer este nivel permite al auditor:
- Enfocar los procedimientos en áreas relevantes.
- Detectar errores que puedan impactar la opinión del auditor.
- Evaluar la significancia de las incorrecciones encontradas.
La determinación de la materialidad es clave para realizar una auditoría eficiente y bien dirigida.
4. Elaboración del plan de auditoría detallado (NIA 300)
Una vez definida la estrategia global, el auditor debe estructurar un plan que detalle la ejecución del trabajo. Este debe incluir:
- Naturaleza, momento y alcance de los procedimientos.
- Asignación del equipo de trabajo según habilidades, experiencia y complejidad del encargo.
- Recursos necesarios, incluyendo tiempo, herramientas tecnológicas y especialistas.
- Mecanismos de supervisión y comunicación entre el equipo auditor y la administración del cliente.
Un plan bien diseñado garantiza eficiencia operativa y coherencia en la ejecución de la auditoría.
Conclusión
La fase de planeación es esencial para asegurar la calidad y efectividad de una auditoría financiera. Proporciona el enfoque necesario para comprender a fondo la entidad, identificar riesgos relevantes, establecer umbrales de materialidad y organizar los recursos humanos y técnicos. Una planeación rigurosa mejora la calidad del trabajo, minimiza errores y fortalece la confianza en la opinión del auditor.
En Russell Bedford, entendemos que una auditoría financiera eficaz comienza con una planeación rigurosa, clave para identificar riesgos, establecer materialidad y asegurar informes confiables.
Nuestro equipo de expertos en auditoría y revisoría fiscal aplica las Normas Internacionales de Auditoría (NIA) para ofrecer servicios precisos y adaptados a las necesidades específicas de tu empresa, fortaleciendo la confianza en tu información financiera y garantizando el cumplimiento normativo.


















