Nuestro país muy seguramente es comparable a una de esas personas que conocemos o hemos visto en la prensa, que durante muchos años ha permitido ser maltratada; sin embargo, muestra su mejor cara ante los demás pretendiendo decir a diario que todo marcha bien y que trata, así sea de a poquitos, ser esa Colombia respetable, envidiable e ideal, como muchos otros de sus pares son el mundo actualmente.
Desde el siglo pasado, esta hermosa república (y nosotros como sus habitantes), hemos sido testigos de ser reconocidos ante Europa, Norteamérica y tal vez Asia, como el mayor productor y exportador de cocaína ante países de esas regiones. Importante conocer que, de un ilícito, lo más seguro es que nazca otro delito, y de eso las mentes criminales sí que saben, buscando siempre la manera de lavar sus activos, que provienen de actividades ilegales como el narcotráfico. ¿Ha escuchado alguna vez ese término que acabo de mencionar, ‘lavado de activos’? Si la respuesta es no, con seguridad lo primero que se imaginó es a alguien sacando los billetes de la lavadora y colgándolos en el patio mientras estos se secan; pues, si bien esa imaginación es muy literal se podría decir que esta no dista mucho de la realidad, dado que este término se originó en USA en los años veinte, momento en el que las mafias del crimen organizado crearon una red de lavanderías industriales por medio de las cuales se daba apariencia legal al dinero obtenido en desarrollo de actividades criminales, como el contrabando de bebidas alcohólicas, la prostitución y las actividades de juego clandestino.
A propósito de combatir lo anterior, en todo el mundo han sido creadas instituciones que buscan en conjunto crear políticas o recomendaciones en pro de disminuir los índices de lavado de dinero en cada país, y Colombia, particularmente, ha sido reconocido por realizar excelente labor en ese aspecto; tal vez por las lecciones aprendidas que nos ha dejado combatir durante décadas este flagelo, exigiendo cada vez más controles más fuertes, siempre con el acompañamiento de las superintendencias (financiera, de sociedades, de salud, etc.), quienes brindan las bases pertinentes para una excelente gestión del riesgo.
Justamente, dentro de esas bases mencionadas en el párrafo anterior, hay algo en común que tienen todas las normas de cada sector, la cual se centra en: El Conocimiento de la Contraparte. Cuando menciono “Contraparte”, hablo de toda aquella persona con la cual se celebra algún tipo de relación contractual, como, por ejemplo: clientes, proveedores, empleados, accionistas, etc.
Pero, me parece que para hablar de “conocer”, primero se debe definir esa palabra. De acuerdo con lo indicado por la Real Academia Española, si bien hay más de una definición, me pareció pertinente adoptar la siguiente: “Entender, advertir, saber, echar de ver a alguien o algo”. Ese significativo contiene la mayor cantidad de características básicas en el proceso de conocimiento de la contraparte (faltó aclarar que esta puede ser natural o jurídica), siendo estas, las siguientes:
- Advertir la identidad: Se logra conociendo datos básicos de la persona (nombres completos, número de documentos de identidad, fecha de nacimiento – creación, fecha de expedición – renovación del documento, direcciones, teléfonos, entre otros datos. En el caso de jurídicos, la misma información de sus representantes, socios, accionistas o cualquier otro controlante.
- Entender la actividad económica: Establecer a qué se dedica esa persona y, si es del caso, identificar el origen de los recursos con que tendrá relación con usted.
- Echar de ver aspectos cualitativos: Si la operación a llevar a cabo lo permite, sugiero, además, conocer las instalaciones de las direcciones de su contraparte, información financiera (si es posible) e indagar con referencias aportadas por este o del sector donde se ubique.
Estos procesos mencionados anteriormente no resultan de fácil ejecución en ciertos tipos de empresas, especialmente si por ejemplo, su negocio es una cadena de supermercado, pues no le preguntará a cada uno de sus clientes por su actividad económica, documentos de identidad y otros datos ya mencionados (a no ser que tenga un programa de redención de puntos o algo similar, donde deberá reposar esa información en base de datos para administrar la misma); pero justamente por eso, es más eficiente este tipo de controles al momento de:
- Vincular empleados
- Vincular proveedores
- Conocer clientes recurrentes
- Aceptar socios y/o accionistas
En este punto, me parece prudente hablar de un conocidísimo caso de lavado de activos que fue materializado en el siglo pasado, cuyos protagonistas fueron los llamados en aquel entonces “Los Caballeros de Cali”, mediante su empresa estrella “Drogas La Rebaja”. Los hermanos Rodríguez Orejuela, en el año 1990 cedieron la droguería a sus hijos, hermanos y sobrinos por una suma de 34 millones de pesos, quienes después, incrementaron su capital en 132 millones de pesos, sin lograr justificar el origen de los recursos. Posteriormente, los dueños de la empresa en aquella época (familiares de los hermanos), decidieron vender la misma a la cooperativa “Coopservir”, la cual estaba compuesta por trabajadores de la empresa. ¿Qué fue lo extraño de este acto? Pues bien, que la negociación se llevó a cabo sin ningún pago, todo fue a crédito y nunca se logró justificar cómo fue que los empleados de la farmacia lograron comprar la droguería. Es decir, que todo fue una fachada para que los antiguos dueños (o sea los jefes del Cartel de Cali), siguieran fungiendo como controlantes de la droguería y acumulando recursos de origen ilícito por medio de esta.
Me pareció un buen caso a recordar porque este tipo de situaciones, como se vio, no solo se le presentan a quienes son empresarios, sino también, a cualquiera de nosotros, por un negocio que se celebre a título personal y, como fue allí, a nivel grupal. En síntesis, a continuación, expongo algunas recomendaciones que han resultado imprescindibles en el proceso de conocimiento de contrapartes, que permiten oportunamente la gestión del riesgo LA (Lavado de Activos). Recuerde que eso, puede ser aplicado a cualquier persona con la que lleve a cabo cualquier relación contractual o comercial:
-Cuestiónese siempre ¿Por qué desea hacer transacciones comerciales conmigo? Siempre deberá encontrar una respuesta positiva para que pueda continuar con su operación.
-Cuando tenga en su poder datos como número de identificación y fecha de expedición del documento (u otro dato privado que pueda garantizar la búsqueda), garantice que esa contraparte no tiene pendientes con la justicia, mediante consultas efectuadas en procuraduría, policía, contraloría y registraduría.
-Pregunte múltiples veces a su contraparte en cuanto a información ya conocida, a veces los delincuentes olvidan las respuestas a sus propias trampas.
-Certifique existencia de domicilio o de negocio de su contraparte. Si puede hacerlo presencialmente, sería estupendo, si no, recuerde que existen herramientas como Google Maps.
-Solicite referencias y comuníquese con estas, garantizando la relación de estas personas con su futura contraparte. Cualquier mal comentario que reciba, téngalo en cuenta para que desista de hacer operaciones con esa persona.
-De ser posible, evaluar la información financiera de su contraparte, es decir ¿tiene una edad acorde a su patrimonio? ¿Tiene unos ingresos coherentes de acuerdo con el sector en el que se desempeña?
-Verifique esa persona en listas internacionales como la lista OFAC (popularmente conocida como Clinton) https://sanctionssearch.ofac.treas.gov/; o en la única vinculante para Colombia, la cual es la ONU (https://www.un.org/securitycouncil/es/content/un-sc-consolidated-list)
-Consulte esa persona y sus relaciones en Google, revise al menos las 5 primeras páginas, con el fin de encontrar noticias negativas al respecto. Combine la búsqueda con el nombre de la persona + lavado de activos, terrorismo, narcotráfico, etc.
-Después de llevar a cabo lo anterior (si le fue posible, claramente) pregúntese ¿Me siento tranquilo haciendo negocios con esta persona? La respuesta para continuar SIEMPRE debe ser SI.
Para concluir, quiero dejar en claro que es prácticamente imposible eliminar al 100% el riesgo de lavado de activos, sin embargo, recuerde que, esa persona con la cual comparé a Colombia “(…) trata, así sea de a poquitos, ser esa Colombia respetable, envidiable e ideal, como muchos otros de sus pares son el mundo actualmente”, va por muy buen camino, pues ha implementado, con cada lección aprendida, las recomendaciones que le han hecho para cada día vivir menos este flagelo, pues se ha dado cuenta que esto es una responsabilidad de todos los que conformamos esa persona llamada Colombia, naturales o jurídicas, ricos y pobres, grandes empresas o micro, empresarios o empleados; es decir, que la gestión del riesgo de Lavado de Activos, nos compete a todos, pues cada uno de nosotros somos responsables de mejorar como país y evitar que nos utilicen como herramientas las mentes criminales, para lograr sus cometidos.
Oscar Eduardo Galindo Tamayo
Senior de Riesgos
Russell Bedford MCA