Vivimos en un mundo cambiante, si no evolucionamos estamos condenados a estar relegados. El profesional de la contaduría pública no es ajeno a esta situación, la adaptación en el entorno comercial no tiene compasión y los procesos siguen avanzando, por lo que estar enfocados y en constante preparación resulta vital para sobrevivir (laboralmente hablando).
Es ahí donde la mejora continua, la optimización de recursos y la innovación se hacen indispensables para lograr la transformación.
Aplicar la innovación al ejercicio contable puede resultar un dolor de cabeza y más sabiendo que se encuentra enmarcada en estándares que, en su momento, buscaron la uniformidad y comparabilidad de la información a nivel global, es por ello que para lograr una renovación productiva debemos enfocarnos en el contador público como persona. Lograr armonizar las relaciones del contador con su entorno le permite entender las necesidades de sus clientes y enfocar la información, aunque estandarizada, hacia ese receptor que no necesariamente tiene conocimientos contables o financieros.
Apoyarnos en gráficos, imágenes y ayudas visuales que permitan captar la información de la forma más orgánica posible es uno de los aspectos que hacen parte de la renovación contable y esto se logra mediante la práctica, saliéndonos un poco del aula de clases y detallándole al estudiante que conocer el estado de la situación financiera no es sólo entender la fórmula patrimonial sino que con el uso de herramientas didácticas, visuales y de vanguardia se puede ver de manera armónica algo que en el papel es lineal.
Entender las necesidades reales, del usuario final de la información, resulta vital para poder transformar esas cifras en barras, líneas, tendencias, colores, formas y hasta dibujos que vuelven los datos amigables y naturales. “Think outside the box” es el cliché que mueve el motor de la innovación en todos los sentidos y sin duda alguna, también lo moverá en la profesión contable.
Dairo Gabriel Luna Caro
Russell Bedford DSA